lunes, 28 de septiembre de 2015

Amor a segunda vista, Bogotá

Y un día hice la mochila, solo llene un libro, un cuaderno en blanco y una cámara fotográfica, algo así como para engañar al cerebro, me subí a un avión y me fui a Bogotá, Colombia.
Todos sienten “mariposas” cuando se enamoran yo ciento esas “mariposas” cuando subo a un avión y la mitad del viaje la pasó en el baño, quitando esto, todo lo demás fue bueno.

Colombia es bonita y enamora, es de aquellas ciudad donde aún puedes respirar cultura, y pese a que sus monedas que hicieron un lio mi cabeza, me sobro algo de 20 000 mil pesos (que en realidad no es mucho) te quedas con esa sensación extraña que pasan en los amores a segunda vista. 

¡Qué bonita te ves!
Como sea, solo tienes que llegar al “Centro de la ciudad” o lo que me dijeron que es el centro  por la Calle 19 (si sus vías son calles y carreras, es más fácil dicen ellos) y seguir “de frente” hasta llegar al Paseo de las aguas, para subir por el funicular al Cerro Monserrat y desde ahí ves toda la ciudad  y lo bonita que es rodeada de sus cadenas montañosas.



¡Puedo morir tranquila!
¡Sí! y es que después de ver un Chagall, un Lacan  y un Picasso original en el Museo Botero, sin haberlo esperado y totalmente gratis, dan ganas de llorar y puedes pasar horas y horas contemplando su belleza e intentado descifrar sus códigos sensoriales.
¡Es alucinantes! me quede casi tres horas por ahí.
Tienen muchos museos, algunos gratuitos y otros por los que hay que pagar pero que valen la pena, los Bogotanos valoran mucho su cultura.


Candelaria, tradición y modernidad
Por el Callejón del embudo ingresas a La Candelaria, un barrio muy tradicional y bohemio donde confluyen seres de todo el mundo, quienes con guitarras y cigarros se ponen cantar cerca al Chorro de Quevedo, contando historias y anécdotas que no tienen fin, con paredes pintadas con rabia ansiedad y mucha pasión. 


Por amor al arte
Desde hace cuatro años, Bogotá ha implementado una política cultural que llegue a toda la población agrupando a artistas callejeros, profesionales y gestores culturales en un solo proyecto para transformar la ciudad y hacerla más humana agotando todas las posibilidades en eventos y espectáculos gratuitos.
¿Quién dice que no es posible cambiar una ciudad con la cultura? Que visite Bogotá. 


jueves, 24 de septiembre de 2015

Viviendo con el enemigo



¡Odio los gatos! pero por casualidad o “castigo divino”  vivo con uno, y pese a nuestras diferencias sustanciales y existenciales, habitamos en  10  metros cuadrados, desde hace ya un buen tiempo.

Dicen “Dios los crea y ellos se juntan”  este caso fue algo así como “nos encontramos” yo insisto en que él vino detrás cuando empecé a correr, pero lo niega rotundamente aduciendo que estaba haciendo ejercicios diarios ¡mentira! Lo único que hace es dormir, ver películas y comer, cualquier cosa que demande actividad física le repele.

He intentado deshacerme de él, pero siempre vuelve, o por la puerta o la ventana, pero ahí está, se mofa de su independencia pero pide que le de comida, a veces lo hago y a veces no, lo confieso no soy buena personas, pero él tampoco es un buen gato.

Habla demasiado y de todo, nunca se calla y sus conversaciones con el osito de felpa no le hacen bien, aunque últimamente se le ha dado por desvariar y dice que en el palomar frente a la ventana un cuervo ha comenzado a hablar.  


Lo nuestro es supervivencia y  en este proceso de adaptación uno de los dos quedará, estoy segura que seré yo, porque yo si soy real y él ¡Noooo! o ¿sí? 

Ilustración: Yayo Espinoza

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Rebelión femenina

Desde siempre mi papá se convirtió en mi peor enemigo (relativamente, claro)

Yo me moría de hambre pero tenía que esperar, papá era primero, siempre papá tenía todo primero, la comida, la ropa,  la palabra  y muchas veces lo que él decía era ley, aunque a mí me parecía que estaba equivocado y más cuando no quería que yo viera televisión (de alguna manera se lo agradezco pero no tanto)  



Mi mamá tenía tres hijos varones y yo,  la más chiquita y ¡NOOO! No me mimaron ellos fueron los “mimados” mi mamá hacia todo por ellos, y ahora ellos son inútiles para cosas doméstica.

Papá decía que las mujeres deben cocina, encargarse del hogar  (ahí nuestras diferencias) entonces yo decidí no cocinar y así lo hice hasta hoy, que solo lo hago para sobrevivir. Decidí no estar en el hogar, salir a la “guerra” y  dar batalla.

 Las mujeres no deben pelearse con los chicos ser delicadas y no responder dice la premisa,  pero  yo  golpee a un compañero en la escuela hasta hacerle llorar y con muchos más.

Siempre me defendí y cuando me decían que una mujer debe  hacer y no hacer tal cosa, yo lo hacía al revés. No pertenezco a ninguna secta femenina, ni grupo de liberación pero desde mi madriguera intento contribuir con algo a eso de la rebelión o revolución, aunque lo mío va más por el primer camino. 

Ilustración: Yayo Espinoza

viernes, 11 de septiembre de 2015

Kafka, tiene la culpa

Un día despertaré convertida en un insecto, y de seguro nadie me reconocerá.


No es que ahora no sea fastidiosa y hasta a veces insoportable como algunos de ellos ¡No!, hago alusión al aspecto físico, aunque mis ojos ya son grandes y se parecen a algunos en primer plano, quizá sea una metamorfosis lenta  como lo pudo ser con Gregorio Samsa  y él no se dio cuenta.

Desde niña intentaron que me comportara “bien”, no de la forma salvaje que “a veces” lo hacía, “me amenazaron”de muchas formas, pero no fue hasta que un día La Metamorfosis de Kafka  apareció en mis manos, al leerlo quede aterrorizada con la simple idea de dormir y despertar como un insecto, le atribuí eso a los“castigos divinos”que existen cuando te comportas mal (por mi formación católica) y desde entonces intente “seguir el camino del bien”.

¡Fracase rotundamente! y ahora cada vez que encuentro un cuaderno que utilizo para anotar ciertas trivialidades y dibujos malintencionados, en la primera página algo así como un mantra escribo “No te portes mal, o terminarás convertida  en un insecto  y de seguro serás una mosca”

Como sé que no mido las consecuencias de mis actos y “soy mala”, más tarde que temprano terminaré como una mosca aplastada en la pared. 

Ilustración: Yayo Espinoza 

viernes, 4 de septiembre de 2015

Cuando no sé qué escribir, pienso en Dinosaurios

No les pasa, estar sentada frente a la pantalla del computador 20 minutos luego 30 pasa 1 hora y llegas a 2 ¡No sabes que escribir!

Y empiezas a cuestionarte seriamente si sirves para esto.

Hoy en la mañana me volvió a pasar más de media hora y media, pero el resultado fue el mismo, NADA (así con mayúscula). Una hoja completamente en blanco haciendo gala de su esplendor esperaba por mí, era insultante, como que si se burlara de mí ante mi falta de creatividad, maldita página, no me costaría nada llenarla de alkksdjlslaeoalskañdsañ dsalñdklskdksdadfmdlsk pero creo que eso no me pasaran como un artículo. 




Dicen “Cuando no te sale nada para escribir, escribe cualquier cosa” pero si es nada. Mis comienzos no son muy alentadores, no soy experta en estos temas, tampoco tengo una técnica depurada ni he tomado cursos especializados, simplemente leo y leo bastante. Escribir es bien complicado, al menos para mí, tienes que ver mucho con el gusto y el estilo y de eso recién estoy aprendiendo.

Existen días que tengo todo el entusiasmo del mundo y me pongo a escribir como loca, la adrenalina me invade y las frases fluyen como ríos entre mis dedos que se plasman en oraciones y párrafos en formas y situaciones, pero existen días como este donde la “creatividad” me abandona y por más que intento termino andando en círculos.

Y solo pienso escribir sobre dinosaurios destruyendo la ciudad o simplemente yo destruyendo la humanidad. 


Ilustración: Yayo  Espinoza

martes, 1 de septiembre de 2015

Enrique Octavo

Enrique Octavo (no, no el rey de Inglaterra él que se casó seis veces  y creo su propia iglesia) él no, este es distinto, tiene pelos, una cola y bigotes, no come carne y odia a los humanos.


Le gustan las pelis de Wes Craven, se queda con los ojos como platos cuando Fredy aparece en la pantalla, ¿un amor platónico quizá? se puede pasar todo el día frente al televisor ¿Quién sabe que pensará?

Dice que quiere conquistar el mundo, yo creo que solo quiere conquistar a Lola, la pekinés que aparece y desaparece por la ventana del vecino, y es que aunque él no se dé cuenta también lo observo y sé lo nervioso que se pone cuando ella empieza a ladrar.

Le gusta el café y los días para dormir no hace nada y tampoco es su intención, pero le gusta la música de Blur y los domingos de invierno en la ciudad.



Ilustración: Yayo Espinoza