¡Odio los gatos! pero por casualidad o “castigo divino” vivo con uno, y pese a nuestras diferencias
sustanciales y existenciales, habitamos en
10 metros cuadrados, desde hace
ya un buen tiempo.
Dicen “Dios los crea y ellos se
juntan” este caso fue algo así como “nos
encontramos” yo insisto en que él vino detrás cuando empecé a correr, pero lo niega rotundamente aduciendo que estaba
haciendo ejercicios diarios ¡mentira! Lo único que hace es dormir, ver
películas y comer, cualquier cosa que demande actividad física le repele.
He intentado deshacerme de él, pero siempre vuelve, o por la
puerta o la ventana, pero ahí está, se
mofa de su independencia pero pide que le de comida, a veces lo hago y a veces no, lo confieso no soy buena
personas, pero él tampoco es un buen gato.
Habla demasiado y de
todo, nunca se calla y sus conversaciones con el osito de felpa no le hacen
bien, aunque últimamente se le ha dado
por desvariar y dice que en el palomar
frente a la ventana un cuervo ha comenzado a hablar.
Lo nuestro es supervivencia y en este proceso de adaptación uno de los dos
quedará, estoy segura que seré yo, porque yo si soy real y él ¡Noooo! o ¿sí?
Ilustración: Yayo Espinoza
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