miércoles, 18 de noviembre de 2015

Todo menos morir

Mi primer amor se iba de mí espantada de mi socialismo y mi tontería. “No vayan a ser todo socialistas…” y ella se prometió darse al primer cristiano viejo que pasara, aunque éste no llegara a los doce años. Sólo ya, me desperté de los problemas sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí  una necesidad agónica, toxicomaníaca, de  inhala, hasta reventarme los pulmones, el olor de ella: olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel  - olor de la tinta china, flaco y negro- casi un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones… Y esto era mi primer amor.

La casa de cartón  - Martín Adán


Ojalá todo pudiésemos hablar así de nuestro primer amor, como lo hace Martín Adán, no en vano es considerado uno de los principales representantes de la vanguardia latinoamericana. Y  quien no leyó La Casa de Cartón, pues que empiece ya. 

Personajes con bigotes, palabras diversas, señoras y señores, caballitos de madera, aves y palomas, estrellas y demás cuerpos celestes son las imágenes que conviven junto a los apuntes y versos de Martín Adán, en la exposición de su obra denominada  “Todo menos morir” que por estos días se presenta en la Casa de la Literatura. 



Y sus dibujos


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