Mi primer amor se iba
de mí espantada de mi socialismo y mi tontería. “No vayan a ser todo
socialistas…” y ella se prometió darse al primer cristiano viejo que pasara,
aunque éste no llegara a los doce años. Sólo ya, me desperté de los problemas
sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica, toxicomaníaca, de inhala, hasta reventarme los pulmones, el
olor de ella: olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el
patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel - olor de la tinta china, flaco y negro- casi
un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones… Y esto era mi primer amor.
La casa de cartón -
Martín Adán
Ojalá todo pudiésemos hablar
así de nuestro primer amor, como lo hace Martín Adán, no en vano es considerado
uno de los principales representantes de la vanguardia latinoamericana. Y quien no leyó La Casa de Cartón, pues que empiece
ya.
Personajes con
bigotes, palabras diversas, señoras y señores, caballitos de madera, aves y
palomas, estrellas y demás cuerpos celestes son las imágenes que conviven junto
a los apuntes y versos de Martín Adán, en la exposición de su obra denominada “Todo menos morir” que por estos días se
presenta en la Casa de la Literatura.
Y sus dibujos
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